Intentando evitar la pereza resumida en la repetida frase de que “la privacidad no va a existir“ de acuerdo a los numerosos expertos en internet y en tecnología de mi país, me interesé en mightyapp [1]. Este navegador es radicalmente diferente a los que existen actualmente (chrome, firefox, safari, etc) ya que no se trata de un navegador que corra en el computador del usuario, sino un software que se conecta a un navegador chrome instalado en una máquina virtual remota corriendo linux. Es decir, se trata de un navegador en la nube, lo cual hace que desde el punto de vista de privacidad se creen nuevos eslabones que complican un poco el tema.
Pero arranquemos discutiendo el problema que intenta resolver mightyapp y a quién está dirigido. Según su página web, esta aplicación está dirigida a empresas cuyos empleados usan un navegador para acceder a un software en la nube, y que sufren debido a lo exigentes que son en términos de RAM o de procesamiento. Estas aplicaciones pueden ser tipo zoom, slack, software de procesamiento de imágenes, etc. Cualquier persona que abra varias ventanas de su navegador sabe lo lento que se pone su computador. Al correr estas ventanas de manera independiente en máquinas de alta capacidad en la nube el usuario solo debe preocuparse por la comunicación entre su software y las máquinas en la nube. No es un requerimiento menor, pues se sabe que la conectividad en Estados Unidos y Europa es diferente a la que puede existir en América Latina. Adicionalmente se trata de un software pago orientado como comenté antes a empresas, razón por la cual creo que hasta ahora desafortunadamente no es posible acceder a un demo desde Colombia.
Volviendo al tema de la privacidad, el hecho de que no se de una conexión directa desde el computador de la persona hacia las páginas web que visita limita algunas herramientas de seguimiento como puede ser por ejemplo la revisión de la dirección IP o la identificación del equipo. Creo sin embargo que algunas características como la resolución de pantalla sí deberían corresponder con las del usuario final, pero no puedo asegurarlo. En todo caso es interesante el ejercicio de pensar qué tanto se “camufla” el rastro digital. Entiendo además que el usuario puede acceder de manera continua a la misma máquina virtual, por lo cual es posible mantener cookies y otros atributos de su navegador para por ejemplo mantener una sesión abierta. Esto obviamente puede convertirse en un elemento que puede limitar un poco la privacidad aunque es posible que se robustezca al romper la relación entre ventanas. Me explico, al haber una máquina independiente para cada ventana (asegurando la velocidad de ejecución del navegador) las cookies ordinarias no deberían poder relacionar esas dos conexiones. De cualquier forma, la información queda guardada en la máquina virtual, por lo cual como siempre ocurre se crea una relación de confianza entre el usuario y mightyapp para asegurar que la información que está allí no se pueda relacionar con otra o directamente ser vendida. Respecto a esto último, en su página web dicen directamente que no planean vender la información de navegación de los usuarios y resaltan los procesos de auditoría que siguen para evitar que un tercero pueda ver los datos de navegación. Mas o menos lo que ocurre en este caso es que el usuario en lugar de confiarle a su proveedor de internet las páginas web que visita, lo hace con mightyapp. No es poca cosa.
Si bien el navegador está orientado a clientes empresariales, es interesante plantearse el escenario donde más personas comunes y corrientes usen una herramienta como esta para conectarse a internet, ya que se podría pensar de entrada que generaría problemas para la publicidad digital, al evitar o al menos limitar el perfilamiento de los usuarios. A diferencia de Brave, que daba la oportunidad de compartir esta información a cambio de un pago, acá gran parte de la información apuntaría a mightyapp, retando a los interesados en personalizar anuncios. De nuevo, desafortunadamente no se puede comprobar qué ocurre exactamente ya que el demo no está disponible en América Latina, pero su sola existencia abre preguntas interesantes respecto a la privacidad e internet.